“Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón” nos enseñó Henry Ford, fundador de Ford Motor Company. Porque los rasgos de la personalidad, lo que tenemos en mente, no sólo orienta nuestras acciones sino que nos da fuerza para vencer las circunstancias adversas.
Para sobrevivir en los días actuales, todas las personas deberíamos cultivar actitudes emprendedoras. El último año, por la crisis sanitaria, empresas e individuos han tenido que adaptarse a las nuevas reglas de juego. Tomar decisiones y actuar rápidamente midiendo los riesgos es un factor clave que quienes emprenden ponen en juego para que el negocio logre funcionar, aprendiendo de la respuesta del entorno y adaptando el modelo a las necesidades de su usuarios. Esa “mentalidad emprendedora” hoy es clave para cualquier empresa que quiera sobrevivir a altos niveles de incertidumbre y cambios abruptos.
Muchas veces esta mentalidad propia de quienes desarrollan una empresa base cero se la asocia a rasgos de la personalidad a los que a la vez se les atribuye el éxito emprendedor. Sin embargo, la formación de la persona, el contexto o ecosistema en el que se desenvuelve y su proactividad son también factores fundamentales para transformar una idea en un negocio rentable, como refleja el cuadro a continuación desarrollado por Sari Pekkala Kerr, William R. Kerr y Tina Xu en base a estudios de Frese y Brandstätter.
Figura: Modelo Complejo adaptado de Frese (2009) y Brandstätter (2011)
Aunque la personalidad no sea el único factor determinante en el éxito de un negocio, Las historias de los emprendedores siguen siendo motivo de inspiración y guía para emprender. Libros como “Crazy is a Compliment: The Power of Zigging When Everyone Else Zags”, que en su versión en español se titula “Loco por emprender: Desafía las normas convencionales” escrito por Linda Rottenberg, fundadora de Endeavor, recopila, tomando como base los perfiles de emprendedores exitosos, algunas conclusiones y descripciones sobre lo que hace falta para tener éxito en un emprendimiento.
Si bien constituyen una generalización y no hay una “receta” que garantiza desarrollar un negocio exitoso, nos permiten tomar en cuenta algunas características que describen al “mindset emprendedor”. Y este tipo de libro es no sólo útil para quien sueña con poner su propio negocio o está dando los primeros pasos en ello. Es relevante también para quien trabaja en una PyME, en la empresa de su familia, en una organización sin fines de lucro o en una multinacional.
La pandemia nos mostró algo que ya se vislumbraba como imprescindible en las organizaciones de este siglo: todos necesitamos ser ágiles, adaptativos, atrevidos, innovadores. Un poco “locos”, como señala Rottenberg, pero sin arriesgarlo todo, o siendo inteligentes a la hora de tomar riesgos.
Este libro es sólo uno de los numerosos estudios que existen respecto a los rasgos psicológicos del emprendedor, sobre su personalidad. La bibliografía es extensa, poco sistematizada aún y cuenta con importantes desafíos en términos de calidad de la fuentes y validación de los resultados. Pero como decíamos, más allá de este punto, siempre es inspirador para quien emprende conocer las historias de fundadores de empresas. Saber cómo hicieron lo que hicieron. Estos relatos constituyen sin dudas unas de las fuentes más importantes de referencia y permiten tener en cuenta ciertas pautas a la hora de desarrollar nuestros propios negocios.
Además, estos estudios de la personalidad y mentalidad emprendedora son también importantes para comprender los determinantes de la elección ocupacional de una persona (emprendimiento versus empleo remunerado), predecir en alguna medida la viabilidad del negocio que se propone; o a nivel macro, conocer estos rasgos pueden ser insumos para el desarrollo de políticas de incentivo y de planes de desarrollo de competencias emprendedoras.
Sin embargo es fundamental entender que los emprendedores son un grupo muy heterogéneo y los rasgos/personalidad no sólo van a tener una alta variabilidad de una persona a otra, sino que van a depender del tipo de negocio, el género, la edad o la condición socioeconómica del grupo que se analice.
Es decir, que la personalidad de quienes fundan un negocio industrial con capital familiar tiene escasos puntos de coincidencia con la de un grupo de jóvenes que fundan una startup en Sillicon Valley. Pero también es cierto, como señala Sari Pekkala Kerr, William R. Kerr y Tina Xu que los retratos precisos de esta heterogeneidad serán, a largo plazo, realmente valiosos para comprender el espíritu empresarial.
El punto más crítico y controversial es que no tenemos evidencia clara para saber si los individuos con un conjunto dado de rasgos de personalidad eligen emprender y cuentan con más posibilidades de éxito; o si los individuos desarrollaron estos rasgos de manera endógena al convertirse en empresarios.
De todas formas, entender que ciertos rasgos de personalidad están presentes en gran parte de las personas que logran crear una empresa que sobrevive en el tiempo nos ayuda a potenciar en los emprendedores aspectos de sí mismos en los que podrán apalancarse para llevar adelante su propósito y trabajar sobre aquellos que pueden poner en jaque lo que construyeron.
A continuación, compartimos algunos rasgos de personalidad comunes entre los emprendedores/as y fundadores de PyMEs mas exitosos con quienes venimos trabajando a lo largo de los años en BINDEN.
Necesidad de logro – buscan superar retos y alcanzar las metas. Prefieren las tareas que suponen un desafío, que los interpelan a mejorar y a ir por más.
Proactividad – saben que los resultados dependen de ellos mismos. Se concentran en accionar sobre las variables que sí controlan (vs las que no controlan, como el tipo de cambio)
Autoeficacia - organizan y realizan acciones para producir resultados concretos. Tienen seguridad de sí mismas; afrontan riesgos y dificultades de manera calculada.
Innovación - cuestionan el statu quo y son propensos a hacer las cosas de forma distinta. Se atreven a crear (encontrar productos, procesos de producción y tecnologías nuevas).
Actitud de riesgo – comprenden que para avanzar social y económicamente, hay que tomar riesgos y que “ser reacio al riesgo suele ser más arriesgado”.
Apertura – cuentan con una mente dispuesta a experimentar, explorar, cuestionar, involucrarse.
Extroversión – se enfocan hacia el mundo social y manfiestan rasgos como la sociabilidad, la actividad, la asertividad y la emocionalidad positiva.
Simpatía – se comportan con interés hacia los demás que los perciben como personas auténticas y coherentes, permitiéndoles generar confianza en colaboradores y clientes.
En cuanto a rasgos que pueden afectar su vínculo con los demás y el desarrollo de sus proyectos podemos señalar la inestabilidad emocional, que puede aparecer en ciertos momentos, y que los hace generar cambios abruptos en la empresa fruto de la ansiedad, la tensión, el nerviosismo o la tristeza que vivencian en una situación determinada.
Por ese motivo, en esas ocasiones críticas, más que nunca, el trabajo articulado entre lo personal y el negocio es para nosotros esencial en pos de ayudarlo a superar la crisis, que puede estar asociada no sólo a momentos de baja rentabilidad o reestructuraciones sino también al crecimiento o al traspaso generacional.
Lisa Ocampo, Gerente de proyectos de Binden Group.
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