Trabajar sobre la motivación y el desarrollo de las capacidades de los empleados suele ser una de las tareas más problemáticas dentro de las organizaciones. Esto se debe a que cada persona se ve atravesada por diferentes intereses y motivaciones intrínsecas que guían su accionar.
Afortunadamente, las empresas cuentan con una variedad de recursos que les permiten abordar con mayor efectividad estas cuestiones y trabajar de una forma más cercana con las personas para lograr un mayor compromiso.
Uno de estos recursos es el plan de carrera. Se trata de un proceso mediante el cual la empresa y el trabajador establecen metas profesionales e identifican tanto los pasos a llevar adelante, como los recursos y capacidades necesarias para alcanzarlas. Tanto el profesional como la organización deben trabajar conjuntamente para trazar una hoja de ruta. Es fundamental detallar en ella las cuestiones más importantes a considerar (capacitación, rotación de puestos, mentoreo, entre otras) para que el trabajador logre crecer dentro de la organización y alcanzar sus objetivos. Cabe aclarar que no se trata de un proceso estático y la hoja de ruta se va reformulando a partir de la revisión constante de los progresos, de las metas alcanzadas y del desarrollo de la persona, con el objetivo de detectar si es necesario ajustar el curso de acción o realizar pequeños cambios que se adecuen mejor al trabajador y a las oportunidades de la empresa.