La empresa de familia ha sido un ámbito donde la mujer pudo desplegar, de maneras más o menos visibles, sus capacidades para llevar adelante un negocio. En este sentido, ha sido una oportunidad para muchas de desarrollar un proyecto que trascendiera las tareas del cuidado doméstico y la crianza de los hijos. No obstante, la desigualdad de género de atravesó y sigue atravesando muchas de sus prácticas.

El salto de la cocina a la oficina.
Las mujeres al frente de las empresas familiares fue un suceso a consecuencia de la ausencia de otros personajes que pudiesen hacerse cargo del negocio.
En muchos casos, esta situación les permitió despegar su potencial al máximo y enriquecer su capacidad emprendedora.
La mayor parte de las empresas familiares han sido “fundadas” bajo la influencia de la estructura moderna. En la mayoría de los casos, el hombre continuó siendo el proveedor y líder del negocio, y la esposa posicionada en el rol de cuidadora del hogar y los hijos. Muchas veces, estas mujeres colaboraron activamente en la etapa emprendedora de la empresa al aportar trabajo o capital. Aún así, este rol que desempeñaron como fundadoras quedó invisibilidado, en un segundo plano; o desvalorizado en términos económicos y sociales.